Mas allá de la justificación tradicional que tienen las metodologías ágiles, existe una justificación económica, que si bien es dificil de medir con exactitud, no debe ser obviada.
El modelo en cascada tradicional entrega valor al usuario recién a partir de la publicación de la versión 1.0 o su equivalente. Esto ocurre cuando el producto está terminado, fue testeado en su completitud y fue aceptado por el usuario. Para llegar a este punto, han transcurrido seguramente varios meses. De hecho, debe haber finalizado el proyecto, o encontrarse en una instancia de transición o algo similar.
En el modelo ágil, se realiza una entrega temprana, pudiendo validar las expectativas del usuario, pero sobre todo, pudiendo transformar el producto de software en una pieza que, si bien incompleta, ya puede ser utilizada, y por lo tanto, comenzar a entregar valor. Obviamente, es de vital importancia detectar no sólo las dependencias con otras funcionalidades (no tiene sentido entregar un auto sin motor, pero con el sistema de cierre centralizado funcionando) sino también, qué es lo que en forma parcial ya puede comenzar a entregar valor.
Sucesivas entregas iran incrementando el valor del software entregado. A diferencia del modelo en cascada, deberemos esperar a que se cumpla un nuevo proyecto, por ejemplo, versión 2.0 para recibir la nueva versión. Posiblemente, esta última versión resuelva funcionalidades de nuevos requerimientos, no necesariamente estará incrementando valor. En el modelo ágil, con entregas cortas, el valor se irá incrementando con cada entrega, aumentando así, la superficie de valor agregado.
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