Creo que si uno pregunta a los demás si mienten, la respuesta siempre es que no.
Todos mentimos en algún momento, a veces por vergüenza, oteas simplemente porque es la respuesta más fácil para dar.
El problema es cuando somos agarrados en una mentira. Hay mentiras que son importantes y otras que no, pero todas dejan una imagen nuestra cuando nos descubren.
Me quiero enfocar en aquellas a las que no le damos importancia, que son tan tontas y parecen inocentes, pero que terminan transmitiendo un mensaje inconscientemente.
Voy a poner un ejemplo: delante de otros colegas estoy hablando por teléfono con otra persona, donde para finalizar la conversación comento: "te dejo que tengo una reunión". Luego corto y sigo con mis cosas. La reunión nunca existió. Es una forma educada de finalizar la conversación telefónica. Pero que pueden pensar mis colegas si prestan atención: "le mintió a la otra persona solo para finalizar la llamada" y... acá viene la parte peligrosa: "¿cuantás veces me hará lo mismo a mi".
No comments:
Post a Comment