Saturday, October 29, 2016

La cultura de fallar

Existe una nueva tendencia, al menos en el mundo entrepeneur de celebrar los errores.

Esto apunta a lo siguiente:
  • Si no se falla estrepitosamente al menos dos veces al año no se está saliendo de la zona de confort, no se está intentando empujar los límites.
  • Todo error es aprendizaje. Si se despide al que comete un error, se da el mensaje que fallar es castigado. Además, el aprendizaje de haber vivido el error en primera persona, se pierde. 

Sin embargo, esto no puede llevarse a los extremos de hacer un ranking de quién fracasó más y asignar los premios en base a esa escala. Adicionalmente, se deben establecer límites para detectar tempranamente los errores, o al menos poder saber si no se alcanzarán los objetivos, para poder determinar acciones correctivas o finalizar la prueba.

Esto es una tendencia, que creo que dentro de ciertos límites, es correcta. Las empresas y las personas progresan por tomar riesgos. Pero es fundamental saber donde se están tomando esos riesgos. Estos deben ser controlados (dentro de ciertos límites) y evaluados constantemente. Distinto son los errores que ocurren donde no se los espera. Esto es simplemente no manejar una matriz de riesgos.

Lamentablemente, muchas empresas siguen todavía en un esquema mental anterior donde el error se castiga, en caso extremo con el despido.

Algunos indicios de que tu empresa castiga el error más allá de lo que diga en los cuadros motivadores que se ponen en los pasillos:


  • Ante el error te preguntas: ¿esto fue mi culpa?
  • En lugar de preguntar qué duda validamos o qué aprendimos, te enfocas en cuánto costó.
  • Dudas en comunicar tus conclusiones preliminares si no son buenas noticias, sobre todo, esperando para ver si la situación se corrige.
  • Ante un error buscas justificaciones externas a vos o a la compañía que puedan haber provocado el error.

Saturday, October 22, 2016

El pasto es más verde del otro lado

Existe una frase, especialmente en inglés que hace referencia a que el pasto del vecino en general es más verde que el nuestro.

Esto hace referencia a la disconformidad con la situación actual, donde comparativamente nos vemos peor que el resto.

Hasta llegaron a analizar esto y lo mencionan como el síndrome del pasto más verde... jeje... hay gente y estudios para todo.

Sin ahondar, ni meterme en detalles, porque la psicología no es mi rama, leyendo este artículo encontré algo que me llamó la atención.
Inicialmente, menciona esto de que podemos experimentarlo en varios aspectos de nuestra vida, como trabajo, relaciones de pareja, etc. donde siempre pensamos que otros están mejor y que de alguna forma, podríamos alcanzar ese estado. El artículo no hace tanto hincapié en la envidia como sí en la disconformidad. Sea por una razón u otra, el que experimenta este síndrome está viendo la mitad vacía del vaso.

El punto que me llamó la atención es que no solo menciona el que uno tiene que aprender a ver lo que ya tiene, sino un aspecto que si bien es cierto, de alguna forma, uno no siempre le pone el foco: si quiero el jardín del vecino porque es más verde: ¿qué estoy perdiendo al abandonar mi jardín? Es decir, me enfoco en las cosas que me va a dar el cambio, pero...  ¿estoy dispuesto a perder algunas de las cosas que ya tengo para alcanzar el nuevo objetivo? Me parece un enfoque interesante. Todo cambio siempre tiene un trade off donde algo se tiene que dar para alcanzar el nuevo estado, y no siempre estamos conscientes de qué es lo que tenemos que dar, o al menos de cuán bueno representa para nosotros. Entonces, el que experimenta este síndrome, al alcanzar el nuevo jardín, empieza a buscar el siguiente...

Saturday, October 15, 2016

Viví de tu pluma

Esther Feldman contó en el podcast Aprender de grandes de Gerry Garbulsky (http://aprenderdegrandes.com/esther/) que una vez tuvo que tomar una decisión importante en su vida: entre seguir en una cátedra de literatura que había conseguido una beca del Conicet (centro de investigación que financia estudios científicos) o continuar escribiendo los guiones de una telenovela de adolescentes de los 80s: Montaña Rusa.

Su profesor, le recomendó "Viví de tu pluma" y eso fue lo que la impulsó a tomar la decisión de abandonar la cátedra y seguir con la "banalidad" de la telenovela. Hoy es guionista de muchas de las producciones de la TV Argentina.

¿Cuántas veces nos encontramos en esta decisión, entre decidir lo que parece que debería ser y lo que nos gusta y nos llama? Puede inclusive ampliarse hasta puntos como la decisión entre lo altruista y lo que puede sonar como venderse por el dinero.

¿Cuántas veces se lo reclamamos a los demás, especialmente a las personalidades conocidas como deportistas, celebridades, etc? "Jugá por la camiseta... yo en tu lugar..." Primero, yo no estoy en tu lugar, así que es muy fácil hablar desde la suposición. Y yo en mi lugar juego por la camiseta o por mi propio interés? 

¿Si cada uno de nosotros buscamos siempre lo que consideramos lo mejor para nosotros, por qué no se lo aceptamos a los demás?

Pero no quiero ir por ese lado... :)

Cada vez más existe un convencimiento de que "vivir de tu pluma", hacer lo que te gusta, puede o no transformarse en volverse "exitoso", sea llenarse de plata, ser famoso, o ganar renombre en la industria en la que te moves, pero lo que lo que dicen es: disfrutá lo que hagas, eso, a la larga te va a volver exitoso... porque vas a haber disfrutado del viaje, que es muuucho más largo que la meta de llegada, que dicho sea de paso: cuando podemos decir que llegamos?

Les dejo uno de mis poemas preferidos que siento relacionado con todo esto.

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

C. P. Cavafis. Antología poética.
Alianza Editorial, Madrid 1999.