Esther Feldman contó en el podcast Aprender de grandes de Gerry Garbulsky (http://aprenderdegrandes.com/esther/) que una vez tuvo que tomar una decisión importante en su vida: entre seguir en una cátedra de literatura que había conseguido una beca del Conicet (centro de investigación que financia estudios científicos) o continuar escribiendo los guiones de una telenovela de adolescentes de los 80s: Montaña Rusa.
Su profesor, le recomendó "Viví de tu pluma" y eso fue lo que la impulsó a tomar la decisión de abandonar la cátedra y seguir con la "banalidad" de la telenovela. Hoy es guionista de muchas de las producciones de la TV Argentina.
¿Cuántas veces nos encontramos en esta decisión, entre decidir lo que parece que debería ser y lo que nos gusta y nos llama? Puede inclusive ampliarse hasta puntos como la decisión entre lo altruista y lo que puede sonar como venderse por el dinero.
¿Cuántas veces se lo reclamamos a los demás, especialmente a las personalidades conocidas como deportistas, celebridades, etc? "Jugá por la camiseta... yo en tu lugar..." Primero, yo no estoy en tu lugar, así que es muy fácil hablar desde la suposición. Y yo en mi lugar juego por la camiseta o por mi propio interés?
¿Si cada uno de nosotros buscamos siempre lo que consideramos lo mejor para nosotros, por qué no se lo aceptamos a los demás?
Pero no quiero ir por ese lado... :)
Cada vez más existe un convencimiento de que "vivir de tu pluma", hacer lo que te gusta, puede o no transformarse en volverse "exitoso", sea llenarse de plata, ser famoso, o ganar renombre en la industria en la que te moves, pero lo que lo que dicen es: disfrutá lo que hagas, eso, a la larga te va a volver exitoso... porque vas a haber disfrutado del viaje, que es muuucho más largo que la meta de llegada, que dicho sea de paso: cuando podemos decir que llegamos?
Les dejo uno de mis poemas preferidos que siento relacionado con todo esto.
Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
C. P. Cavafis. Antología poética.
Alianza Editorial, Madrid 1999.
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